LIGUES DE COLECCIÓN

Historias para no dormir

Ligues de colección

Miguel era un chico tímido, sencillo y un poco amargado por sus amigos. Cada vez que quedaba con ellos los fines de semana, le echaban en cara que no se comía un rosco con las chicas. Decidido a romper su mala racha, concentró sus esfuerzos en conseguir una chica. Al cabo de unos meses, al quedar con su peña, tenía noticias frescas: tenía, no uno, ¡sino varios ligues! Sus amigos no se lo creían, pero él les contó las historias. A una la había conocido por internet, a otra en una fiesta... Charlaba con ellas cada noche por el «messenger» y estaban coladas por él. Sus amigos le siguieron el rollo hasta que, dos meses más tarde, en una de las quedadas le dijeron que no se creían ni una sola de sus conquistas. Él les dijo que tenía fotos para demostrarlo. Jesús, su mejor amigo, intrigadísimo, dijo que quería verlas en ese mismo instante y lo acompañó a su casa. Al llegar, Miguel le enseñó su altar del amor. Tenía un montón de fotos de chicas colgadas en la pared dibujando un corazón. Jesús flipó en colores, pero al acercarse para verlas ¡se quedó blanco! Había reconocido a una de las chicas. Habían sido amigos tiempo atrás, ¡pero ella había muerto en un accidente! Al oír aquello, Miguel lo echó de casa: «Me tienes tanta envidia que te inventas eso para amargarme la vida, pero yo hablo con ella cada noche», le soltó gritando. En cuanto cerró la puerta, Miguel se conectó al ordenador. Contactó con Sonia, la chica con la que se había metido Jesús, y ésta al responderle le escribió: «Tu amigo tiene razón. Date la vuelta y podrás comprobarlo». Cuando Miguel se giró, vio en su habitación a todas las chicas de sus fotos mirándole fijamente. No entendía nada y, al acercarse para tocar a una su mano, atravesó el aire. ¡No eran reales! ¡¡¡Sus chicas estaban muertas y había contactado con todos sus espíritus!!!

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